¿Por qué estudiar la producción de tecnología de comunicación en Costa Rica?
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Dr. Ignacio Siles
Cuando comparto resultados de este proyecto de investigación, hay una afirmación que suele despertar curiosidad y sorpresa: Costa Rica es el primer exportador per cápita de alta tecnología en América Latina y el cuarto en el mundo. Aquí va otro dato interesante: en el 2015, un grupo de firmas de análisis de inversión catalogó a San José como la “ciudad más competitiva del mundo” en el área de creación de tecnologías de comunicación. No falta quien afirme que el país es el “Silicon Valley latinoamericano”. Admito que yo también me he sorprendido al descubrir la magnitud y el dinamismo del sector de producción de medios digitales en el país.
El proyecto “Culturas y dinámicas de producción de medios digitales en Costa Rica” busca entender cómo se construyó el campo de producción de tecnologías de comunicación y qué lo caracteriza en la actualidad. Mi trabajo está basado principalmente en una serie de entrevistas en profundidad a actores claves del campo. Desde que inició el proyecto (agosto 2015), realicé 26 entrevistas a actores tan variados como programadores, diseñadores, desarrolladores de tecnología, inversionistas, emprendedores y docentes universitarios. También visité universidades públicas y privadas, agencias e instituciones gubernamentales, empresas locales, multinacionales, entidades financieras y unidades de investigación.
En un artículo que está por publicarse en el Anuario de Estudios Centroamericanos explico cómo llegamos a este escenario, rastreando la evolución del campo de producción de tecnología de comunicación desde 1950 hasta el presente. En este informe, quisiera más bien mencionar 3 lecciones que me ha dejado el proyecto para pensar los retos planteados por este contexto al trabajo de la ECCC.
- “Se buscan comunicadorxs”.
En la ECCC, solemos enfocarnos mucho en los llamados “medios tradicionales”. Desde luego, este énfasis está parcialmente justificado. Seguimos consumiendo la mayoría de los medios tradicionales (aunque no todos). Sin embargo, también jugamos videojuegos. Bajamos apps con diversos propósitos. Pasamos tiempo en Facebook. Twitter. Snapchat. Instagram. Spotify. YouTube. Reddit. Waze. Etc. Etc. Etc. Estas son tecnologías de comunicación y, por lo tanto, hay aspectos importantes de su desarrollo que nadie entiende mejor que un/a comunicador/a. En pocas palabras, mi argumento es que hay trabajo para comunicadorxs en el campo local de producción de tecnología. Son las y los comunicadores quienes saben transformar datos en conceptos y estrategias, darle identidad a productos (inclusive apps y tecnologías), imaginar a las y los usuarios como audiencias activas, desarrollar estrategias para organizaciones y empresas en contextos globales, crear contenidos apropiados para una diversidad de medios y contextos, y pensar en las implicaciones que tiene la circulación global de tecnologías producidas en Costa Rica.
- La comunicación como “arroz con mango”.
En una exitosa empresa productora y exportadora de videojuegos que visité, cada persona encargada de la parte comunicativa de los juegos producidos debe sentarse en un cubículo de trabajo al lado de un programador. En otro “laboratorio” que produce diversos tipos de productos y estrategias en comunicación, el espacio de trabajo es una mesa de ping pong alrededor de la cual se sientan una diseñadora gráfica, dos arquitectas, un publicista y un comunicador audiovisual para discutir todos los aspectos vinculados a cada proyecto. Se espera que cualquiera de estas personas pueda hablar con los clientes respecto de los aspectos más estratégicos y tecnológicos de cada proyecto. Estas experiencias pueden parecer aisladas pero mi argumento es que no lo son. De alguna forma, anticipan las dinámicas de trabajo que muchas y muchos graduados de la ECCC vivirán muy pronto… o ya están viviendo. El reto que esto supone es pensar a la comunicación no sólo en su especificidad sino también en diálogo con otras disciplinas.
- Repensando la ECCC.
Debido a los dos puntos anteriores, pienso que la ECCC podría imaginar de manera más creativa la formación que ofrece(mos) en comunicación digital. De alguna forma, hemos considerado la comunicación digital como una subespecialidad de la Comunicación Audiovisual. Y, desde luego, lo es. Pero también es mucho más. De hecho, es difícil pensar en alguna dimensión de la práctica profesional actual en comunicación que no esté relacionada con (y hasta profundamente modificada por) la tecnología. Mi última sugerencia es que quizá podríamos pensar la comunicación y la tecnología como mutuamente constitutivas. La pregunta que esto invita a considerar es: ¿Qué diferencia haría esta idea en los planes de estudio que la ECCC ofrece actualmente? Espero que este proyecto de investigación también ayude a contestar preguntas como esa.